Sinopsis
«Las bienaventuranzas son la oferta más limpia que se ha hecho en la historia». Así las define el jesuita Adolfo Chércoles (Carmona, 1936). Lleva treinta años trabajando este tema y, en su periplo nacional e internacional, ha recorrido gran parte de la geografía malagueña compartiendo lo que él ha descubierto.
No se trata de moral, ni de filosofía, en las bienaventuranzas encontramos, sencillamente, la experiencia de Jesús. Por medio de ellas, Cristo nos muestra el camino de la felicidad, y nos pregunta: "¿qué te parece?, ¿quieres?". Es nuestra decisión para ser bienaventurados.
«Toda persona busca la felicidad. Sin embargo, en eso, en lo que todos estamos de acuerdo, es en lo que menos logros hemos llegado a alcanzar. Cada uno de nosotros tiene su propia apuesta por la felicidad, pero está tan amenazada que nunca llega a realizarse. Frente a estas apuestas "particulares", las bienaventuranzas son la apuesta de Jesús por la felicidad del ser humano. Puede resultarnos un disparate, pero está sin estrenar. ¿Y si el Evangelio fuese verdad?», se pregunta Chércoles. «Jesús clava su apuesta por la felicidad en aquello que precisamente consideramos que la haría imposible: la pobreza, el dolor, el hambre... Ante esas realidades que se nos imponen, el Evangelio nos dice que para ser felices, no hay que evitar la realidad que nos rodea, sino partir de ella». El planteamiento que propone este jesuita para acercarnos a las bienaventuranzas es partir de las dos preguntas que enmarcan todo el Evangelio: "¿qué te parece?" y "¿quieres?". «Cada bienaventuranza toca un problema que afecta a toda persona (crea o no, sea de una cultura o de otra) y nos avisa de las tentaciones que dicho problema lleva consigo, para posibilitar objetivamente la fraternidad».
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